Gente como el cineasta Michael Moore
o en un ámbito más local el economista y sociólogo a Pepe García Dominguez, nos lo habían advertido:
en contra de lo que decían todas las encuestas y pronósticos era perfectamente
posible que Donald Trump ganase las elecciones.
La primera potencia mundial económica,
militar, tecnológica y cultural (admitamos que EEUU ha exportado su cultura
como nadie, empezando por su idioma pero también por su cine, series, libros, música,
estilo de vida...) ha elegido a un personaje como Trump presidente. Es cierto
que las regiones que convierten a EEUU en la primera potencia mundial en los
campos citados son básicamente sus dos costas y ha votado, como es tradicional, mayormente a demócratas,
y que ha sido el voto rural del interior el que ha dado la victoria a Trump.
Pero la primera potencia mundial organiza su democracia como quiere y su
sistema nos ha dicho que su líder como mínimo en los próximos 4 años va a ser
Donald Trump.
¿La explicación? Simple: es la única forma de
pataleta que iba a tener el estadounidense medio (extensible al occidental
medio) para poder mostrar su descontento con el lugar en el que le está dejando
el mundo en los últimos años.
Lo he explicado en este blog
hasta la saciedad, en el proceso de globalización que estamos viviendo, miles
de millones de personas fuera de occidente están teniendo oportunidades y
mejorando su nivel de vida de una forma que hace apenas 15 años ni habrían podido
soñar, y si nos vamos a la mismísima África podremos contar por cientos los
millones de personas que en ese mismo periodo de tiempo han salido de la
pobreza extrema.
Es el efecto de la globalización,
de la desaparición del proteccionismo occidental hacia sus ciudadanos y la
apertura de oportunidades para el resto del mundo. Pero claro, en ese esquema
en un plazo inmediato los occidentales medios situados al otro lado de la
balanza en ese nuevo orden, vemos como nuestras expectativas de nivel de vida
han sufrido un ajuste a la baja.
Como ya comenté hace un par de entradas en el
blog, el nuevo esquema político no va a ser derecha vs izquierda o
socialdemocracias vs liberalismo, porque en la mayoría de Occidente se ha
llegado a un espacio intermedio aceptado por la mayoría social. El nuevo
esquema político lo que pone encima de la mesa en el nacionalismo vs el
globalismo. Ese nacionalismo tan bien representado por Trump, Le Pen o el
Brexit que busca dar un paso atrás en el proceso de globalización y volver al
proteccionismo de sus ciudadanos a costa de recortarles oportunidades de
prosperidad a los demás.
Los que sigáis el blog sabréis bien
que soy un globalista convencido. Y lo soy desde varias perspectivas distintas.
Primero porque creo que es nuestro próximo destino natural dentro de nuestra
propia evolución como especie inteligente compartiendo un mismo planeta. Surgimos
en las cavernas, de ahí a las tribus y tras varios imperios que acabaron por
fracasar pasamos al esquema actual de los estado-nación. No creo que como especie tengamos una forma de
organizarnos y convivir definitiva, no creo que la tengamos nunca. Nuestra
historia es la historia de una especie en evolución constante, con sus
tropiezos, sus épocas de avance y sus épocas de retroceso, pero en su conjunto,
y viéndolo con perspectiva, siempre evolucionando hacia una forma de
relacionarnos y organizarnos que supere la anterior.
Y dentro de ese proceso natural
en nuestra especie, el siguiente paso que superará a los estado-nación será el
globalismo, si se ve con suficiente perspectiva de espacio y de tiempo se puede
entender fácilmente que la globalización implica oportunidades para muchas más
personas, y esas oportunidades al final se traducen en desarrollos de talentos,
y cuando alguien desarrolla su talento los demás se benefician de ello,
disfrutan de sus reflexiones intelectuales, de su arte, o de su ciencia.
El siguiente paso evolutivo del
ser humano debe de ser el de poder desarrollarse cultural social y
profesionalmente de forma libre independientemente de donde haya nacido, sin
barreras culturales lingüísticas o legislativas. Que la vida de un ser humano
no venga determinada por en que trocito de tierra de nuestro planeta el azar le
hizo nacer.
Pero lamentablemente el
occidental medio de la segunda mitad del S.XX fue educado de otra manera. La supremacía
económica arrolladora de los países Occidentales respecto al resto del mundo necesitaba
una auto justificación moral para su propio pueblo. Así, la mayoría de los
Occidentales nacidos en una buena parte del SXX fueron educados sobre la
superioridad del hombre Occidental respecto a los demás. Si el americano (y
varios países de Europa) vivian el sueño americano de casa con jardín, coche nuevo cada 4 o 5 años y viajes en vacaciones
es porque se lo merecía, porque tenía más capacidades que los demás que se
justificaban por la historia, por sus antepasados, por sus mayores habilidades
o incluso algunos señalaban por cuestiones genéticas.
Yo, que nací en 1982, aún
recuerdo como en los 90 me decían: “Si los negros son capaces de hablar bien inglés
como no lo vas a ser tu”. Pues eso.
Ese ciudadano medio Occidental no
entiende muy bien lo que pasa, y busca explicaciones simplistas. Busca una
bandera sobre la que protegerse y que le devuelva el status que ha perdido en
el mundo.
El votante medio de Trump lo
tenemos en Europa, es más lo tenemos en España, es el hombre de mediana edad de
sueños rotos que le educaron para comerse el mundo y ve que el mundo se lo come
a él. Es el que no ha sabido entender la verdadera razón del globalismo o no la
quiere entender, porque entenderla significaría aceptar que él es uno más, que
se mide de tú a tú con el chino indú o somalí medio. Y eso no gusta. No gusta
al que fue educado para creer que él tenía derecho a chalet y BMW en la puerta
simplemente por haber nacido donde había nacido. Trump representa el hombre
occidental racista, machista, conservador y amargado de la vida que este
arranque de S.XXI le ha pasado por encima. Esa gente que va por la vida
infeliz, con tono derrotista, lo que ahora se llama gente toxica. Gente a la
que lo único que le queda es echar la mierda sobre los demás para no
responsabilizarse sobre su propia vida.
En Junio ganó el Brexit y ahora
apenas 5 meses después ha ganado Trump, y los dos contra todo pronóstico. Occidente
tiene que reflexionar sobre ello, los globalistas tenemos que reflexionar sobre
ello. Porque no es casual. Y es que el globalismo no se puede quedar de brazos
cruzados frente a un nacionalismo populista que le ha empezado a ganar todas
las batallas electorales. Y lo seguirá haciendo si el globalismo no reacciona.
Y reaccionar no solo implica
poner en marcha medidas de protección material o económica para la gente occidental
que se está quedando apartada de este proceso globalizador (ahí la renta básica
puede jugar un papel importante el último en pronunciarse a favor de ella ha
sido Elon Musk el fundador de PayPal y Tesla), sino que además el globalismo
necesita empezar a tener referentes intelectuales. Gente que explique de que va
esto, que ponga ideas encima de la mesa frente a las que pone el
nacional-populismo. El globalismo no puede quedarse pasivo viéndose a sí mismo “como
el rumbo natural de las cosas” sin construir un ideario cuando enfrente tiene a
quienes lo están construyendo a toda velocidad. Enfrente de Trump el Brexit o
Le Pen tiene que haber algo más que simplemente el continuismo, porque si no el
globalismo seguirá perdiendo una batalla electoral tras otra.
Al globalismo le urge un ideario,
un proyecto, unos referentes intelectuales, morales y hasta culturales, porque
si no los de enfrente lo tendrán muy fácil para vender que el globalismo es
justamente lo que no debería de ser, un mundo ultra liberal sin valores a los
pies de las multinacionales. Y no, el globalismo no debe de ser eso, el
globalismo tiene que ser ordenado y gobernado. En palabras de Pepe Mujica: “O
gobernamos la globalización o la globalización nos gobernará a nosotros”.
Cambiando de tercio quiero entrar
ahora en un asunto delicado seguramente incluso políticamente incorrecto, pero
que dado quienes eran los dos candidatos presidenciales de los U.S.A. no puedo
dejar de comentar.
¿Qué ha pasado con el voto de las
estadounidenses? Ni haciéndolo adrede se podría haber elegido a dos candidatos
a priori más convenientes para volcar de forma extrema el voto femenino hacia
uno de los dos. Por un lado un hombre
que representa el machismo más repulsivo, ya saben aquello de “Cuando tienes
dinero y eres famoso puedes hacer con las mujeres lo que quieras, agarrarles
del coño, lo que sea…” perdónenme las palabras pero es que el nuevo líder del
mundo libre gustaba en expresarse en estos términos. Y al otro lado tenían a la
primera candidata mujer en la historia de su democracia a ocupar la Casa Blanca.
¿Cómo es posible que con esta
premisa no haya habido un voto femenino masivo a favor de Hillary? Yo admito que
el modelo de superwoman que se vendió a las Occidentales a finales del S.XX y
que tan bien representa Hillary Clinton haya fracasado. Al fin y al cabo todos
tenemos las energías y el tiempo limitados en nuestras vidas y a nadie se le
puede pedir que sea un superman o una superwoman todos los días.
¿Pero la alternativa a eso es el
matrimonio Trump? ¿Hay más mujeres americanas que sueñen con ser Melania Trump
a ser Hillary Clinton? ¿De la misma manera que hay una masa silenciosa de
hombres blancos que respaldan lo que representa Trump, hay una mayoría de mujeres
occidentales que respaldan en silencio lo que representa Melania? ¿Qué crean
que el papel del hombre deba ser el que representa Donald Trump y el de la mujer el que representa su esposa?
En el S.XXI y en el proceso de
globalización, uno de los factores más claves va a ser el que desempeñe la mujer
en este nuevo mundo. Y las mujeres deberían de ser protagonistas y decidir qué
papel quieren jugar, que no le hayan dado la espalda de forma masiva a un
personaje como Trump es como para pararse a reflexionar.
Por último quisiera comentar
hasta donde creo que va a poder llegar Trump. Bueno pues quizás le complique la
vida a algunos de los residentes en EEUU sobre todo ciertos grupos de
emigrantes, pero a nosotros desde el otro lado del charco no creo que vaya a
llegar a afectarnos en nuestro día a día. Todo seguirá como siempre en el viejo
continente. Pero hablando del viejo continente lo que sí que me preocupa mucho
más que lo de Trump es lo que pueda pasar el año que viene en Francia.
Siempre he dicho que paradójicamente
el país europeo potente con más posibilidades de ganar la extrema derecha, o lo
que me gusta denominar ya el nacional-populismo, tiene un sistema a doble
vuelta que hace prácticamente imposible que estos ganen las elecciones. Pero
cuidado, llevamos dos avisos muy serios en menos de 5 meses, y como he dicho si
el globalismo se limita a mostrarse como la opción continuista si más, seguirá
perdiendo todas las batallas en las urnas.
Ya se da por seguro que Le Pen
pasará la primera vuelta. ¿Pero ganará la segunda? En política el tiempo pasa
muy despacio y de aquí a las elecciones francesas del año que viene pueden
pasar muchas cosas. Quizás, y hay que decirlo porque por desgracia aquí en
España ya tenemos experiencia en el tema, el resultado se decante a última hora
si hay un atentado que se lleve por delante a unos cuantos franceses en el
momento oportuno.
No sé, pero si quisiera ser mal pensado pensaría que seguro
que ya hay gente mirándose el calendario electoral francés de 2017 a ver en qué
fechas pueden quedar en medio de la primera y la segunda vuelta…y si Le Pen
gana en Francia entonces sí que empezaremos a ver las cosas de otro color.
En fin un saludo y hasta pronto.
FICHARA.