miércoles, 9 de noviembre de 2016

LA VICTORIA DEL HOMBRE INFELIZ


Gente como el cineasta Michael Moore o en un ámbito más local el economista y sociólogo a Pepe García Dominguez, nos lo habían advertido: en contra de lo que decían todas las encuestas y pronósticos era perfectamente posible que Donald Trump ganase las elecciones.

La primera potencia mundial económica, militar, tecnológica y cultural (admitamos que EEUU ha exportado su cultura como nadie, empezando por su idioma pero también por su cine, series, libros, música, estilo de vida...) ha elegido a un personaje como Trump presidente. Es cierto que las regiones que convierten a EEUU en la primera potencia mundial en los campos citados son básicamente sus dos costas y  ha votado, como es tradicional, mayormente a demócratas, y que ha sido el voto rural del interior el que ha dado la victoria a Trump. Pero la primera potencia mundial organiza su democracia como quiere y su sistema nos ha dicho que su líder como mínimo en los próximos 4 años va a ser Donald Trump.

 ¿La explicación? Simple: es la única forma de pataleta que iba a tener el estadounidense medio (extensible al occidental medio) para poder mostrar su descontento con el lugar en el que le está dejando el mundo en los últimos años.

Lo he explicado en este blog hasta la saciedad, en el proceso de globalización que estamos viviendo, miles de millones de personas fuera de occidente están teniendo oportunidades y mejorando su nivel de vida de una forma que hace apenas 15 años ni habrían podido soñar, y si nos vamos a la mismísima África podremos contar por cientos los millones de personas que en ese mismo periodo de tiempo han salido de la pobreza extrema.

Es el efecto de la globalización, de la desaparición del proteccionismo occidental hacia sus ciudadanos y la apertura de oportunidades para el resto del mundo. Pero claro, en ese esquema en un plazo inmediato los occidentales medios situados al otro lado de la balanza en ese nuevo orden, vemos como nuestras expectativas de nivel de vida han sufrido un ajuste a la baja.



 Como ya comenté hace un par de entradas en el blog, el nuevo esquema político no va a ser derecha vs izquierda o socialdemocracias vs liberalismo, porque en la mayoría de Occidente se ha llegado a un espacio intermedio aceptado por la mayoría social. El nuevo esquema político lo que pone encima de la mesa en el nacionalismo vs el globalismo. Ese nacionalismo tan bien representado por Trump, Le Pen o el Brexit que busca dar un paso atrás en el proceso de globalización y volver al proteccionismo de sus ciudadanos a costa de recortarles oportunidades de prosperidad a los demás.

Los que sigáis el blog sabréis bien que soy un globalista convencido. Y lo soy desde varias perspectivas distintas. Primero porque creo que es nuestro próximo destino natural dentro de nuestra propia evolución como especie inteligente compartiendo un mismo planeta. Surgimos en las cavernas, de ahí a las tribus y tras varios imperios que acabaron por fracasar pasamos al esquema actual de los estado-nación.  No creo que como especie tengamos una forma de organizarnos y convivir definitiva, no creo que la tengamos nunca. Nuestra historia es la historia de una especie en evolución constante, con sus tropiezos, sus épocas de avance y sus épocas de retroceso, pero en su conjunto, y viéndolo con perspectiva, siempre evolucionando hacia una forma de relacionarnos y organizarnos que supere la anterior.

Y dentro de ese proceso natural en nuestra especie, el siguiente paso que superará a los estado-nación será el globalismo, si se ve con suficiente perspectiva de espacio y de tiempo se puede entender fácilmente que la globalización implica oportunidades para muchas más personas, y esas oportunidades al final se traducen en desarrollos de talentos, y cuando alguien desarrolla su talento los demás se benefician de ello, disfrutan de sus reflexiones intelectuales, de su arte, o de su ciencia.

El siguiente paso evolutivo del ser humano debe de ser el de poder desarrollarse cultural social y profesionalmente de forma libre independientemente de donde haya nacido, sin barreras culturales lingüísticas o legislativas. Que la vida de un ser humano no venga determinada por en que trocito de tierra de nuestro planeta el azar le hizo nacer.

Pero lamentablemente el occidental medio de la segunda mitad del S.XX fue educado de otra manera. La supremacía económica arrolladora de los países Occidentales respecto al resto del mundo necesitaba una auto justificación moral para su propio pueblo. Así, la mayoría de los Occidentales nacidos en una buena parte del SXX fueron educados sobre la superioridad del hombre Occidental respecto a los demás. Si el americano (y varios países de Europa) vivian el sueño americano de casa con jardín, coche  nuevo cada 4 o 5 años y viajes en vacaciones es porque se lo merecía, porque tenía más capacidades que los demás que se justificaban por la historia, por sus antepasados, por sus mayores habilidades o incluso algunos señalaban por cuestiones genéticas.  

Yo, que nací en 1982, aún recuerdo como en los 90 me decían: “Si los negros son capaces de hablar bien inglés como no lo vas a ser tu”. Pues eso.

Ese ciudadano medio Occidental no entiende muy bien lo que pasa, y busca explicaciones simplistas. Busca una bandera sobre la que protegerse y que le devuelva el status que ha perdido en el mundo.

El votante medio de Trump lo tenemos en Europa, es más lo tenemos en España, es el hombre de mediana edad de sueños rotos que le educaron para comerse el mundo y ve que el mundo se lo come a él. Es el que no ha sabido entender la verdadera razón del globalismo o no la quiere entender, porque entenderla significaría aceptar que él es uno más, que se mide de tú a tú con el chino indú o somalí medio. Y eso no gusta. No gusta al que fue educado para creer que él tenía derecho a chalet y BMW en la puerta simplemente por haber nacido donde había nacido. Trump representa el hombre occidental racista, machista, conservador y amargado de la vida que este arranque de S.XXI le ha pasado por encima. Esa gente que va por la vida infeliz, con tono derrotista, lo que ahora se llama gente toxica. Gente a la que lo único que le queda es echar la mierda sobre los demás para no responsabilizarse sobre su propia vida.

En Junio ganó el Brexit y ahora apenas 5 meses después ha ganado Trump, y los dos contra todo pronóstico. Occidente tiene que reflexionar sobre ello, los globalistas tenemos que reflexionar sobre ello. Porque no es casual. Y es que el globalismo no se puede quedar de brazos cruzados frente a un nacionalismo populista que le ha empezado a ganar todas las batallas electorales. Y lo seguirá haciendo si el globalismo no reacciona.



Y reaccionar no solo implica poner en marcha medidas de protección material o económica para la gente occidental que se está quedando apartada de este proceso globalizador (ahí la renta básica puede jugar un papel importante el último en pronunciarse a favor de ella ha sido Elon Musk el fundador de PayPal y Tesla), sino que además el globalismo necesita empezar a tener referentes intelectuales. Gente que explique de que va esto, que ponga ideas encima de la mesa frente a las que pone el nacional-populismo. El globalismo no puede quedarse pasivo viéndose a sí mismo “como el rumbo natural de las cosas” sin construir un ideario cuando enfrente tiene a quienes lo están construyendo a toda velocidad. Enfrente de Trump el Brexit o Le Pen tiene que haber algo más que simplemente el continuismo, porque si no el globalismo seguirá perdiendo una batalla electoral tras otra.

Al globalismo le urge un ideario, un proyecto, unos referentes intelectuales, morales y hasta culturales, porque si no los de enfrente lo tendrán muy fácil para vender que el globalismo es justamente lo que no debería de ser, un mundo ultra liberal sin valores a los pies de las multinacionales. Y no, el globalismo no debe de ser eso, el globalismo tiene que ser ordenado y gobernado. En palabras de Pepe Mujica: “O gobernamos la globalización o la globalización nos gobernará a nosotros”.

Cambiando de tercio quiero entrar ahora en un asunto delicado seguramente incluso políticamente incorrecto, pero que dado quienes eran los dos candidatos presidenciales de los U.S.A. no puedo dejar de comentar.

¿Qué ha pasado con el voto de las estadounidenses? Ni haciéndolo adrede se podría haber elegido a dos candidatos a priori más convenientes para volcar de forma extrema el voto femenino hacia uno de los dos.  Por un lado un hombre que representa el machismo más repulsivo, ya saben aquello de “Cuando tienes dinero y eres famoso puedes hacer con las mujeres lo que quieras, agarrarles del coño, lo que sea…” perdónenme las palabras pero es que el nuevo líder del mundo libre gustaba en expresarse en estos términos. Y al otro lado tenían a la primera candidata mujer en la historia de su democracia a ocupar la Casa Blanca.



¿Cómo es posible que con esta premisa no haya habido un voto femenino masivo a favor de Hillary? Yo admito que el modelo de superwoman que se vendió a las Occidentales a finales del S.XX y que tan bien representa Hillary Clinton haya fracasado. Al fin y al cabo todos tenemos las energías y el tiempo limitados en nuestras vidas y a nadie se le puede pedir que sea un superman o una superwoman todos los días.

¿Pero la alternativa a eso es el matrimonio Trump? ¿Hay más mujeres americanas que sueñen con ser Melania Trump a ser Hillary Clinton? ¿De la misma manera que hay una masa silenciosa de hombres blancos que respaldan lo que representa Trump, hay una mayoría de mujeres occidentales que respaldan en silencio lo que representa Melania? ¿Qué crean que el papel del hombre deba ser el que representa Donald Trump y el de la mujer el que representa su esposa?

En el S.XXI y en el proceso de globalización, uno de los factores más claves va a ser el que desempeñe la mujer en este nuevo mundo. Y las mujeres deberían de ser protagonistas y decidir qué papel quieren jugar, que no le hayan dado la espalda de forma masiva a un personaje como Trump es como para pararse a reflexionar.

Por último quisiera comentar hasta donde creo que va a poder llegar Trump. Bueno pues quizás le complique la vida a algunos de los residentes en EEUU sobre todo ciertos grupos de emigrantes, pero a nosotros desde el otro lado del charco no creo que vaya a llegar a afectarnos en nuestro día a día. Todo seguirá como siempre en el viejo continente. Pero hablando del viejo continente lo que sí que me preocupa mucho más que lo de Trump es lo que pueda pasar el año que viene en Francia.

Siempre he dicho que paradójicamente el país europeo potente con más posibilidades de ganar la extrema derecha, o lo que me gusta denominar ya el nacional-populismo, tiene un sistema a doble vuelta que hace prácticamente imposible que estos ganen las elecciones. Pero cuidado, llevamos dos avisos muy serios en menos de 5 meses, y como he dicho si el globalismo se limita a mostrarse como la opción continuista si más, seguirá perdiendo todas las batallas en las urnas.



Ya se da por seguro que Le Pen pasará la primera vuelta. ¿Pero ganará la segunda? En política el tiempo pasa muy despacio y de aquí a las elecciones francesas del año que viene pueden pasar muchas cosas. Quizás, y hay que decirlo porque por desgracia aquí en España ya tenemos experiencia en el tema, el resultado se decante a última hora si hay un atentado que se lleve por delante a unos cuantos franceses en el momento oportuno. 

No sé, pero si quisiera ser mal pensado pensaría que seguro que ya hay gente mirándose el calendario electoral francés de 2017 a ver en qué fechas pueden quedar en medio de la primera y la segunda vuelta…y si Le Pen gana en Francia entonces sí que empezaremos a ver las cosas de otro color.


En fin un saludo y hasta pronto.


FICHARA. 

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