Ni los que estábamos más convencidos de que la revolución
robótica acabaría por llegar pensábamos que la tuviésemos tan encima. Aquello
que veíamos en películas futuristas de los 80 de que los robots harían muchos
de los trabajos que entonces hacían los humanos ya nos está pisando los
talones, y es que al fin y al cabo ya hace unos cuantos años de aquello, y si
no que se lo digan a Marty
McFly que el año que viene será el año de su viaje en el tiempo en Back
to The Future II.
Si algo les encanta a los americanos es parametrizarlo todo,
pasar cualquier cosa a un ratio o escala que se pueda medir, sacar estadísticas
y transformarlo todo en un número o un porcentaje de algo.
Pues bien, siguiendo la propia lógica de las cosas ya ha
ocurrido lo que era inevitable, como siempre, cuando ocurre algo de esto a
posteriori parece algo obvio que podría haber sido previsible, yo les confieso
que jamás se me pasó por la cabeza algo así.
Y es que ya se ha parido el ratio que mide, contabiliza o en
definitiva transmite en un número y por tanto es susceptible de crear
comparativos, el grado al que está expuesto nuestro puesto de
trabajo, el de la vecina y el de nuestro primo en acabar siendo realizado por
un robot.
Acuérdense bien de estas 3 letras porque oirán hablar mucho
de ellas en menos tiempo de lo que imaginan: RTI, las siglas de “Routine Task
Intensity”, es decir, Intensidad Rutinaria de Trabajo.
Y es que si algo saben hacer bien los robots es repetir la misma
cosa 1 millón de veces sin cometer fallos, cansarse o sentir aburrimiento o frustración.
Por el contrario, donde fallan estrepitosamente es a la hora de ser creativos,
improvisar o involucrarse en el desarrollo y formación de humanos.
Jemery Rifkin ha dicho que en algún momento del S.XXI solo
hará falta el 5% de la población mundial para crear el 100% del PIB. Yo no sé
si será el 5, el 10 o el 15, lo que está clarísimo es que la gente necesaria en
el sistema será sensiblemente inferior a la actual.
Lógicamente estamos hablando de un fenómeno histórico al
nivel de la Revolución Industrial, cuando pasa algo así cambia todo, empezando
por la estructura social, la cual acaba siendo algo ni remotamente parecido a
lo que era antes.
En realidad, hay muchísimas similitudes entre aquel fenómeno
que se inició en la Inglaterra del S.XVIII y el que estamos a punto de vivir.
No es casual que el inicio del fin de la esclavitud se diese en el mismo sitio
y en la misma época que la Revolución Industrial, a fin de cuentas,
¿para qué vas a tener a la gente recogiendo algodón si el trabajo de cientos de ellos
lo puedes hacer con una sola máquina? Es más, algunos de ellos podrían acabar
desarrollando sus talentos y elaborando tareas de mucho más valor.
Pues algo muy similar es lo que se nos viene encima. Los
trabajos más pesados, rutinarios, peor pagados y que menos proyección
profesional ofrecen serán los que los acaben desarrollando las máquinas. En
definitiva, estas acabaran sustituyendo a la gente más esclavizada del sistema
actual, como ocurrió en la Inglaterra del S.XVIII.
Como siempre digo, no quiero venderle a nadie un camino de
rosas, porque de seguro que no va a ser así. Las transiciones siempre son
difíciles, y si algo va a ser el S.XXI es un periodo profundamente transicional,
por eso en términos históricos acabará siendo tan importante.
Pero en lo que no podemos caer es el cerrilismo, en la
oposición al progreso y al avance tecnológico, ni siquiera cuando nuestro modo
de vida particular se vea alterado por ello. Porque las sociedades que caigan
en eso serán las que peores paradas salgan de esta Revolución Robótica que está
a punto de comenzar.
Este verano, La Universidad de Toronto ha hecho un
experimento increíble, uno de esos que demuestran que tipo de sociedades se van
a adaptar a la perfección a todo esto de lo que venimos hablando.
Y es que HitchBox, un pequeño robot con un peculiar atuendo se
ha cruzado toda Canadá haciendo autostop. Ha sido el fenómeno del verano, todo
el mundo quería conocerlo, hacerse fotos con él y por supuesto hacerle un sitio
en su coche.
Lo mejor de todo, es que el objetivo del proyecto era ver como interactuaba la sociedad canadiense con el robot, es decir que era un experimento más sociológico que tecnológico. El resultado ha sido todo un éxito.
Lo mejor de todo, es que el objetivo del proyecto era ver como interactuaba la sociedad canadiense con el robot, es decir que era un experimento más sociológico que tecnológico. El resultado ha sido todo un éxito.
Así que por favor no nos empeñemos en seguir recogiendo el algodón
a mano y miremos las cosas con una perspectiva más amplia, porque si como
sociedad no estamos preparados para algo así, ha quedado demostrado que otras
sí que lo están.
“Si hay algo imparable, en la historia, es la tecnología”.
Santiago Niño Becerra.
FICHARA
Evidentemente tendrá que existir una adaptación social, xo un experimento que mide la aceptación de un robot que hace autostop y que casi es un divertimento para el público, con un robot que puede quitarle el sustento a una persona y ser percibido como amenaza no garantiza éxito ni se puede relacionar
ResponderEliminarNo es lo mismo pero es un primer paso, una primera interactuacion positiva con la maquina. En cuanto a "garantizar"recomiendo la lectura del post anterior. Gracias por comentar! Un saludo!
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