Hemos querido creer que un modelo basado en el crecimiento continuo e infinito era sostenible.
Hemos querido creer que gastar el dinero en pijadas que no necesitábamos le hacia un bien a la sociedad.
Hemos querido creer que al que no le iba bien es porque él se lo había buscado.
Hemos querido creer que montar una parafernalia durante un mes al año donde se fomentase el híper consumismo extremo y además se le inculcase el mismo a los niños desde las más tempranas edades era algo positivo.
Hemos querido creer que con acordarnos de los más desafortunados solo durante ese mismo mes y darles una limosna ya era suficiente para dejar nuestra conciencia limpia.
Hemos querido creer que cualquier momento de saltarnos valores y principios personales se justificaban por las 40 o 50 horas semanales que nos tocaba trabajar.
Hemos querido creer que los occidentales éramos los más guapos y los más listos, y que si al chino le tocaba vivir en una fábrica o al africano morirse de hambre es porque en algo eran peores que nosotros.
Hemos querido creer que lo que estábamos haciendo tenía sentido.
Hemos querido creer que siempre tendríamos gasolina barata.
Hemos querido creer que la contaminación era una chorrada de los progres.
Hemos querido creer que la cultura individualista extrema donde cada uno mirarse por lo suyo pisando a quien hiciera falta era la mejor manera de hacer las cosas.
Hemos querido creer en religiones que nos
prometían un mundo mejor después de esta
vida.
Hemos querido creer que el timo piramidal orquestado por el Estado al que llamamos sistema de pensiones nos iba a cubrir el día de mañana.
Hemos querido creer que la enseñanza de los chavales tuviese una calidad pésima no tenía demasiada importancia.
Hemos querido creer que votar a los nuestros con una pinza en la nariz porque los de enfrente eran peores era lo correcto.
Hemos querido creer que un sistema sanitario que gastaba la inmensa mayoría de sus recursos en gente que por pura edad biológica estába ya saludando a la muerte era lo necesario.
Hemos querido creer que el crecimiento incontrolado de la población no era una amenaza y que no había que tomar ninguna medida, dejando que cada uno se reprodujese las veces que quisiese.
Hemos querido creer que mantener decenas de idiomas diferentes para convivir en este globo no iba a traer problemas.
Hemos querido creer que la culpa de los que nos pasaba a nosotros era de otros.
Hemos querido creer.
FICHARA
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