viernes, 8 de noviembre de 2013

DEW NOU!






Canal 9 se nos va, para algunos es un drama, otros lo ven con indiferencia, para el que escribe es una alegría.


Está claro que desde un punto de vista emocional nos puede doler un poquito a todos, y se nos hace difícil de creer que ese canal que hemos visto desde niños vaya a desaparecer.


Por supuesto también nos acordamos de los trabajadores, que ahora seguro que lo tendrán complicado, y que desde aquí les deseo toda la suerte del mundo para que puedan reenfocar sus trayectorias profesionales lo antes posible.


Dejando a un lado el aspecto emocional, y el aspecto humano de los trabajadores, hagamos un análisis más profundo del asunto.


¿Debe pagarse un canal de televisión con dinero de todos?

Pues yo creo que no, 

los gobiernos deben de meterse lo menos posible en las vidas de las personas, y desde luego el dinero público  se debe de administrar con sumo cuidado, eficacia e inteligencia.


Bajo mi punto de vista la educación debe ser la máxima prioridad de cualquier estado, y digo estado y no gobierno, porque la educación debería de ser una cuestión de estado.

Y no lo digo por marcarme un discurso de buen rollito, ni por un aspecto de justicia social no, lo defiendo simplemente porque creo que es la mejor de las inversiones que cualquier sociedad puede hacer y que a largo plazo puede tener unos retornos espectaculares.


Pero ojo, no nos confundamos, una cosa es la educación, que se les dé a los chavales las mejores herramientas para desenvolverse adecuadamente en el complejísimo mundo que les rodea, y que el día de mañana ayuden a construir una sociedad mejor, y otra muy diferente son los aspectos culturales.


La cultura la hace la gente, la hacemos cada uno de nosotros, y no debe de ser cuestión de ningún estado o gobierno.


¿Se debe por ejemplo emplear dinero público en que la gente pueda ver desde su casa las fallas o las fiestas de un pueblo cualquiera de la CV? NO, sinceramente.


Esta es la premisa fundamental, pero además hay otros aspectos.

Bien es sabido en que se convierte cualquier canal público a la hora de la verdad: en un medio de propaganda de los gobernantes de turno.

Y esto es casi inevitable, por muchas comisiones independientes y por mucha voluntad que aparentemente se le quiera poner, acaban doblegándose a la voluntad del político, y cuando se ha conseguido menguar este efecto, un cambio de gobierno ha podido invertir la situación de nuevo rápidamente.


Así pues creer que un canal público no va a ser en algún momento u otro altavoz (o silenciador) del gobierno de turno lo califico sencillamente de utópico.



Pero además hay una tercera razón por la que opino que el cierre de la cadena pública Valenciana es una muy buena noticia: Que la gente vea que pueden pasar cosas que hasta hace nada parecían impensables.


Mucho, pero mucho, mucho, van a cambiar las cosas en los próximos años, esto es solo el aperitivo.



FICHARA

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